viernes, 6 de junio de 2014

Podemos, ¿alternativa política radical o fenómeno mediático?


Hay que reconocer que Pablo Iglesias sabe adaptar su discurso a la audiencia a la que se dirige. En esta mesa redonda (ver el vídeo al final del artículo) celebrada hace un año en una herriko taberna de Iruña (Pamplona) junto a Sabino Cuadra, diputado de Amaiur, y Alberto Pradilla, periodista de Gara, habla incluso de conciencia de clase, concepto desaparecido del discurso mantenido por Podemos en estos últimos meses de campaña para sustituirlo por el de ciudadanía, que parece abarcarlo todo. Admito que Iglesias plantea asuntos fundamentales que todos conocemos y sufrimos, y que también tiene bastante razón al criticar el lastre conservador que arrastran por ejemplo muchos dirigentes de IU. Hablo de Iglesias porque, a pesar de que Podemos presume de ser una organización asamblearia y transversal, y de que tiene a otros dirigentes en sus filas (algunos de ellos ahora eurodiputados), el uso de su proyección mediática es lo que ha provocado en gran parte el llamado "fenómeno Podemos" en estas elecciones, haciendo que incluso sea su retrato lo que han usado como logotipo en las papeletas electorales, en vez de su logotipo circuliano. Esta adaptación del discurso puede ser una hábil estrategia de comunicación, pero no puedo dejar de plantearme si no es un arma de doble filo que por querer incluirlo todo y evitar conceptos que recuerden al discurso tradicionalmente revolucionario de los partidos de la clase trabajadora, termine adaptándose camaleónicamente al sistema que aspira a cambiar radicalmente.

Un apunte: en esta charla Pablo Iglesias justifica su enorme presencia mediática por el supuesto único objetivo que buscan los medios, especialmente los televisivos, que según él es la audiencia. Es decir, que sus enfrentamientos con los tertulianos de la ultraderecha en los platós es lo que vende y por eso le llaman tanto. Entonces, si la única finalidad de estos medios es la búsqueda de la audiencia, ¿por qué no invitan habitualmente a sus debates a personas de la izquierda más radical y revolucionaria que se han distinguido durante años defendiendo sus ideales en la lucha política, para enfrentarlos con Marhuenda, Rojo y demás voceros del neofascismo capitalista? Desde mi punto de vista, aparte de que la censura inherente a estos medios no permite la difusión de un discurso que cuestione realmente el sistema, la verdadera intención de los mass media, pertenecientes a los grandes conglomerados de comunicación y controlados por multinacionales y grupos de poder que sin duda representan los postulados del neoliberalismo imperante, es seguir contribuyendo decisivamente a la hegemonía cultural del capitalismo. Por supuesto que para ello buscan incansablemente la mayor audiencia posible, lo que les permite seguir influyendo mayoritariamente en su estrategia de manipulación e influencia cultural, y que a la vez representa el gran negocio de los medios: vender consumidores a los anunciantes. Estos medios se han afanado en presentar a Pablo Iglesias y a Podemos como los más radicales de la izquierda y contrarios al sistema, contribuyendo decisivamente a que una buena parte de los indignados y desencantados con el mismo les hayan votado, arrancando votos a IU y otros partidos de izquierda, pero especialmente al PSOE e incluso al PP en esta marea que pretende abarcarlo todo. Habría que preguntarse porqué los electores de la izquierda abertzale no se han dejado seducir por el “fenómeno Podemos”, a la vista de los resultados obtenidos en Euskadi por EH Bildu, integrada en la coalición “Los pueblos deciden”. Es evidente que una mayor formación política y concienciación de la lucha de clases, que en gran medida sí poseen los militantes y simpatizantes abertzales, impide el dejarse llevar por un discurso novedoso que pretende incluir a unos y otros, tanto a los que se muestran indignados con la corrupción y quieren cambiar algunos aspectos del sistema político, como a los que aspiran a una transformación más profunda o radicalmente revolucionaria de la sociedad, superando el sistema capitalista en el que estamos sumidos.

El "fenómeno Podemos" habría sido igualmente un éxito como campaña de marketing y publicidad para la venta de un producto o servicio de cualquier multinacional, y seguramente se estudiará como modelo en las facultades de económicas y escuelas empresariales. La paradoja es que las campañas de la empresa privada van dirigidas a incitar a la compra por impulso o por identificación inconsciente con una pose concreta o un estilo de vida idealizado a través de la publicidad, no por un profundo o siquiera mínimo análisis del producto ni tras una reflexión sobre su verdadera utilidad, como sí sería deseable en unas elecciones. Pero en estos tiempos de falta de reflexión y pensamiento efímero, resulta evidente que cuanto más resumido y precocinado sea el mensaje y más moderna la imagen que lo acompañe, mejor funciona. Esto no quiere decir que los mensajes de los partidos tradicionales no se presenten ya enlatados y busquen el voto por impulso, ni que en la campaña de Podemos no haya trabajado gente con ganas e ideas, que lo han hecho. Podemos ha aportado algunas propuestas básicas que han hecho que más gente comience a cuestionarse, cuando menos parcialmente, el sistema y modo de producción capitalistas aun sin nombrarlo, incluido su modelo de estado y manera de gobernar, y se animen a provocar al menos algunos cambios. Pero igualmente decisivo ha resultado el modelo de comunicación usado. Todo un hito de la mercadotecnia electoral, cuando el aspecto del mensajero predomina sobre el contenido del mensaje.

Desgraciadamente este vídeo solamente contiene la intervención de Pablo Iglesias, por lo que no conoceremos las palabras de los otros dos participantes en la mesa redonda, Sabino Cuadra y Alberto Pradilla. Habría sido interesante. Al igual que lo serán los próximos meses. Veremos cómo acaba todo esto, si el efecto Podemos realmente contribuye a impulsar la tan deseada confluencia de la izquierda y en qué condiciones, exceptuando por supuesto a los social-neoliberales del PSOE, que ya les vale con la siglitas, o si finalmente Podemos termina integrándose en un modernizado PSOE para representar a una renacida socialdemocracia o acaba desinflándose cual fugaz globo sonda.