sábado, 4 de abril de 2015

Cuando la vida de los otros no existe


Progreso, crecimiento económico, riqueza, bienestar, igualdad, democracia...

Todas esas bonitas palabras que la cultura-ideología capitalista escupe constantemente por sus medios de manipulación de masas, desde la enseñanza escolar a la prensa, el cine y la TV, no son más que vergonzosas formas de disfrazar, travestir, tapar o negar la verdadera sinrazón que alimenta toda la maquinaria capitalista: la infinita avaricia y el ansia de poder y dominación de una clase social para la que la vida humana -si exceptuamos la de su propia clase, que dificilmente podemos calificar de humana- no tiene más precio que el beneficio obtenido una vez convertida en pura mercancía para su explotación como fuente de plusvalor y de consumo irracional. Por eso el genocidio sistemático al que el capital somete a los pueblos indígenas para saquear impunemente sus territorios y sus recursos naturales, así como la absoluta devastación ecológica que tan asimilada y formalmente bendecida forma de terrorismo provoca, no suponen para la clase capitalista más que meros efectos colaterales de su única actividad real: la que implica su sostenimiento y su continua  reproducción como clase dominante. Lo mismo cabe decir de los millones de muertos que se producen cada año a lo largo y ancho del planeta como consecuencia de las guerras colonialistas, del hambre y de la miseria causados por el saqueo globalizado de las multinacionales. Todas estas vidas ni siquiera alcanzan el estatus de mercancía antes mencionado, convirtiéndose en puros despojos de la depredación económica mundial inaugurada por el neoliberalismo en los años setenta del siglo XX, y acelerada tras la desintegración del bloque socialista, cuando el capitalismo entró en su fase imperialista más expansiva y letal conocida hasta la fecha.


Este comentario pretende contribuir, en la medida de lo posible, a difundir el creciente y casi imparable genocidio encubierto que sufren las últimas comunidades indígenas libres de América Latina por culpa de la criminal voracidad de las multinacionales y la colaboración de los gobiernos comparsas de turno. Uno de los casos más graves y sangrantes es el de los Wayúu, la mayor nación indígena de Colombia, que se está viendo enfrentada a su exterminio por hambre y sed, ya que el principal río de la región ha sido represado y privatizado para surtir de agua a la industria agrícola y a la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo. Según denuncia Armando Valbuena, autoridad tradicional de los Wayúu, unos 14 mil niños de la etnia han muerto de inanición. Al menos otros 37 mil niños sufren de desnutrición. Un crimen que apenas ha trascendido a los medios de comunicación mayoritarios, preocupados, como es su función, en mantener al soberano pueblo en la inopia. No son hechos aislados ni casuales, ni tienen mucho que ver con la idílica imágen sobre naturaleza y diversidades étnicas que los documentales de la televisión se afanan en mostrarnos.

Mientras la mayoría de los integrantes de las clases medias trabajadoras, autoconvencidas, a pesar de su creciente pauperización, de vivir en un mundo ajeno a la lucha de clases, andan más preocupados por consumir el último y novísimo producto del mercado, el planeta y media humanidad se desangran sin atisbo de esperanza. En nuestra mano está empezar a cambiarlo, comenzando por tomar conciencia sobre la realidad y desprendiéndonos del universo de ficción creado por el capitalismo, el gran maestro del ilusionismo moderno. Un universo artificial, tan vacío como innecesario para una existencia digna, que supone la principal barrera mental para romper con el sistema capitalista y construir un futuro en el que el ser humano pueda desarrollarse verdaderamente como tal, en auténtica libertad.

Más información sobre el genocidio de los indios Wayúu y de otras poblaciones indígenas de América Latina. Pasen y lean:

http://actualidad.rt.com/sociedad/170961-pueblos-indigenas-matanza-america-latina-multinacionales

https://notiindigena.wordpress.com/2015/03/26/colombia-de-hambre-y-sed-mueren-5000-ninos-wayuu/