jueves, 1 de mayo de 2014

El Primero de Mayo: Los Mártires de Chicago

El Primero de Mayo o Día Internacional de los Trabajadores tiene su origen en las duras jornadas de lucha que a partir del 1 de mayo de 1886 y durante los cuatro días siguientes, protagonizaron los trabajadores en huelga de Chicago para reivindicar la jornada laboral de ocho horas, y que tras numerosas protestas y varios obreros asesinados por la policía, desembocaron el 4 de mayo en la llamada Revuelta de Haymarket. Durante una masiva protesta celebrada en la plaza de Haymarket Square, se produjo un atentado contra la policía que mató a un agente e hirió a varios más. En respuesta la policía disparó indiscriminadamente contra la multitud de obreros, matando a varios de ellos e hiriendo a un gran número de los mismos, entre 4 y 12 muertos y de 50 a 200 heridos según el baile de cifras de las múltiples fuentes. Parece seguro que aunque entre la policía se contabilizaron siete bajas mortales, seis de los agentes murieron por los disparos de sus propios compañeros en medio del pánico desatado y solamente uno a causa de la mencionada explosión producida por una bomba de dinamita. Nunca se llegó a saber quien fue el verdadero autor material del atentado.

Tras estos incidentes se declaró el estado de sitio, lo que trajo consigo una terrible represión policial con centenares de obreros detenidos y torturados. La policía hizo supuestos descubrimientos masivos de arsenales de armas y municiones con el propósito de fabricar un sinfín de pruebas para reprimir el movimiento obrero y juzgar impunemente a sus líderes. Finalmente se celebró el Proceso de Chicago, farsa de juicio en toda regla que no respetó norma procesal alguna y que contó con el total apoyo de la prensa y de toda la clase dirigente. En el mismo fueron juzgados y condenados ocho sindicalistas anarquistas de los inicialmente treintaiún acusados. Se trataba obviamente de dar una rotunda lección a la envalentonada y combativa clase obrera e impedir y cortar de raíz toda expectativa revolucionaria de cambios laborales y sociales. Durante la vista el fiscal jefe le imploró a los miembros del jurado, convenientemente elegidos para la ocasión, que dieran un escarmiento ejemplar a los acusados: "Ahorcadles, y salvaréis a nuestra sociedad." El jurado cumplió obedientemente su papel y siete de los ocho acusados fueron sentenciados a muerte, aunque posteriormente a dos de ellos se les conmutara la pena por la de cadena perpetua, mientras que al octavo fue condenado a quince años de trabajos forzados. Cuatro de los condenados a morir fueron finalmente ejecutados en la horca, ya que el quinto murió asesinado en su celda, un curioso suicidio con dinamita, según la versión oficial, que serviría para demostrar a la opinión pública que los anarquistas morían por su natural inclinación al terrorismo, relación tantas veces falsamente infundada a lo largo de la historia por parte del poder establecido con la inestimable ayuda de los grandes medios de comunicación de masas.

Estos dramáticos hechos dieron lugar a que el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, estableciera el día 1 de mayo como jornada de lucha y reivindicación para la clase obrera en homenaje a los Mártires de Chicago, bautizándolo como Día Internacional de los Trabajadores.

Resulta muy significativo que en los EEUU y Canadá no exista el Día Internacional de los Trabajadores, sino que se ha sustituido por el llamado Labor Day o Día del Trabajo, que se celebra el primer lunes de septiembre con un desfile organizado en EEUU por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (“Knights of Labor” en inglés) en conmemoración del desfile celebrado el 5 de septiembre de 1882 en Nueva York. Este sindicato ya demostró su traición a la clase obrera durante las trágicas jornadas de huelga de mayo de 1886. El presidente Grover Cleveland, temeroso de que la fecha del Primero de Mayo reforzase el movimiento socialista norteamericano y la protesta de la clase trabajadora, se apresuró en 1887 a patrocinar el primer lunes de septiembre como fecha oficial para la celebración del Día del Trabajo. El revolucionario cubano Julio Antonio Mella lo calificó como "día de la sumisión del trabajador".