sábado, 9 de abril de 2016

Quizás, solo quizás, el capitalismo es reformable


Quizás, solo quizás, nos creemos que el capitalismo es reformable, o "regulable", como afirmaba hoy el politólogo "intelectual" de Podemos, Jorge Verstrynge, en el programa "Al rojo vivo" de la cadena de TV progre por excelencia, programa que más bien deberían llamar "Al rojo muerto" por su manipulación y ofensiva mediática anticomunista. Una ofensiva que es parte de la misma guerra mediática general de los grandes medios de comunicación, ya se proclamen de tendencia conservadora (ultra-liberal) o socialdemócrata (social-liberal), todos ellos propiedad de las cuatro o cinco grandes corporaciones capitalistas que dominan el mercado de la información. Una ofensiva que está centrada en demonizar todo pensamiento, movimiento y proceso, por muy democrático que se demuestre, contrario a los intereses imperialistas occidentales, como es el constante hostigamiento contra el gobierno bolivariano de Venezuela que, como mínimo, es tachado sistemáticamente de "régimen" y "dictadura" a pesar de haber celebrado más elecciones y consultas populares que cualquiera de las llamadas democracias occidentales, mientras aquellos elementos como Leopoldo López, el golpista güarimbero condenado por la justicia venezolana, son ensalzados una y otra vez a la categoría de "mártires y luchadores por la libertad".

Afirmaba el tal Verstrynge que el capitalismo es regulable, tras decir que en el parlamento británico quien manda es la City de Londres, su centro financiero y uno de los más poderosos del mundo. ¿Y en Madrid, Roma, Berlín, Bruselas o Washington? Acierta en los síntomas, pero esconde el diagnóstico de esta enfermedad que se llama capitalismo; ni que decir de la única alternativa demostrable hasta la fecha: el socialismo. Quizás pretende convencernos, en nombre de la nueva progresía, de que él y los suyos saben que quien manda realmente es el poder económico, que lo saben, pero que si Podemos gobernara, ellos sí serían capaces de controlar a la clase dominante propietaria de los medios de producción y "regular" su política económica. Pero quizás, solo quizás, esto se contradice totalmente con el hecho de que para entrar en el gobierno, que como hemos visto, saben que no manda realmente, tengan que hacer todas las concesiones y rebajas programáticas que tan vergonzosamente ha ido efectuando Podemos prácticamente desde su creación, vueltas a rebajar con cada cita electoral y reducidas casi a la mínima expresión en un sprint final de desesperación pactista con la presentación ¿estelar? en el día de ayer, 7 de abril, de la rebaja de 20 puntos ofrecida al PSOE y Ciudadanos por Pablo Iglesias y su plana mayor (Las 20 cesiones que Podemos ha ofrecido a PSOE y Ciudadanos en su reunión 'a tres'). Quizás la casta ya no es la casta, sino que ahora son compañeros de viaje para el prometido cambio progresista. Quizás en todo ello hay una contradicción irresoluble, que quizás tampoco sea nada nueva.

Quizás nos creemos también que el sistema capitalista, la mayor maquinaria de saqueo y explotación de la historia dedicada a la apropiación y acumulación de las riquezas mundiales para una minoría, tiene un corazón al que podemos ablandar suplicándole que gobierne con rostro humano, para "la gente", y que nos explote un poco menos, cuando su tendencia es objetiva y declaradamente la inversa. Quizás la máquina de matar que asola el planeta con sus guerras en su variada función de abrir y asegurar mercados en todos los países que se le resistan, hacerse con sus recursos y una mano de obra semiesclava de bajísimo coste, asegurarse la hegemonía de eso que llaman libre mercado (siempre en referencia al suyo propio) y ser a la vez uno de los mayores negocios de la clase capitalista pagado con fondos públicos y el reparto del botín de guerra, también cambie a bien si se lo pedimos amablemente.

Quizás es que no se ha demostrado suficientemente la ineficacia de la llamada socialdemocracia para gestionar el capitalismo en un supuesto beneficio de las masas populares, sea por el fracaso estrepitoso de algunas buenas intenciones o por las múltiples traiciones de sus dirigentes a la clase trabajadora cada vez que se han aliado directamente con el capital explotador. Quizás se nos ha olvidado cómo el pertinaz Felipe González, como le gustaba decir de la sequía, contribuyó de forma tan decisiva a implantar en España el llamado modelo neoliberal, eufemismo de moda para evitar nombrar al capitalismo con todas sus letras, y darle continuidad al franquismo y al poder de sus élites en forma de estado burgués monárquico. Quizás para ello engañó vilmente a la clase trabajadora que decía representar, una vez hubo eliminado del PSOE toda referencia al marxismo y a la lucha de clases. Quizás Alexis Tsipras, presidente de Grecia y líder de la "izquierdista" Syriza, del que tan poco se habla últimamente, ha conseguido hacer frente a las imposiciones de la dictadura del capital representada por la llamada troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y por fin las clases populares griegas estén en camino de poder disfrutar de ¿su? "conquista de las instituciones" y de la realización de sus aspiraciones. Quizás, pero todo parece indicar justamente lo contrario.

Quizás para conocer mejor las intenciones de los nuevos y viejos líderes que una y otra vez prometen cambios y regeneraciones democráticas sin tocar las estructuras de un estado burgués como el español ni la propiedad privada de su sistema productivo, sirva la afirmación hecha sobre Felipe González por un antiguo militante socialista expulsado durante las purgas que González y su camarilla "renovadora" llevaron a cabo en su día en el PSOE: "La vida ha demostrado que ahora ya no es un pequeño burgués frustrado, ahora ya es un burgués realizado, que era su meta." (Vídeo de la entrevista, muy recomendable: 'Felipe González es un agente que fue colocado para destruir el socialismo, como demuestra hoy en Venezuela´). Quizás, reflexionando críticamente, nos demos cuenta de que los viejos y nuevos reformistas nunca han sido más que una pandilla de oportunistas.



Quizás, en un mundo de fantasía, el capitalismo sería regulable, pero resulta que los mundos de fantasía no existen y nos ha tocado vivir la realidad.