A los incautos adoradores del fetiche de la "creación de empleo" a la manera capitalista, les recordaría además que ser un país que sirve como base militar de primer orden estratégico, nos convierte también en objetivo de primera mano para nuestros supuestos enemigos, esos estados islámicos y organizaciones yihadistas que han prosperado como hongos desde que el mundo es "más seguro" gracias, entre otros personajes, al clan de los Bush, padre e hijo, y a todos sus antecesores desde la guerra de Afganistán, y cuyas políticas belicistas ha continuado haciendo suyas, de manera ejemplar, el premio nobel de la Paz del "Yes we can" (ellos sí que pueden). Quizás el argumento de la propia seguridad resulte el más egoísta comparado con todo lo expuesto anteriormente, comparado con todo lo que supone ser cómplices y vasallos de la mayor maquinaria de guerra conocida, que no es otra cosa que el brazo armado de la clase capitalista dominante que se reparte el mundo y que nunca tiene ni tendrá suficiente. Pero es evidente que a nadie le gustaría verse expuesto, ni a sí mismo ni a su familia, a vivir en un país factible de ser objetivo de guerra o de ataque terrorista, con el agravante de que tales grupos terroristas resulten ser los mismos que han sido creados y armados por aquellos que después nos quieren "proteger" [3][4], como ha llegado a admitir públicamente la misma Hillary Clinton:
Mientras tanto, la mayoría de la "izquierda" española ni está ni se la espera en la lucha y en las movilizaciones contra la nueva modificación del Convenio de Defensa, firmado hace poco en Washington con nocturnidad y alevosía [5], y que el gobierno vasallo del PP está tramitando de forma urgente en el Congreso de los Diputados antes de que se le acabe la legislatura. Salvo por esporádicas declaraciones individuales y rechazos en el Congreso (¡ay el parlamentarismo que todo lo puede!), tanto la socialdemocracia de IU, como Podemos, el partido ciudadanista de la "nueva política" con pintas izquierdistas (los de abajo pero un par de escalones por encima), andan totalmente volcados en la permanente carrera electoral, que al fin y al cabo es lo que importa para darle continuidad al show de la democracia burguesa y formar parte del mismo, al menos durante un tiempo.
Desde que el infame Felipe González nos metió de lleno, pero "de entrada no", en la OTAN, no parece que hayamos ganado en soberanía e independencia, sino más bien al contrario. ¿Será que, a pesar de ello, la experiencia de aquellos años de lucha, de las masivas manifestaciones y marchas contra la OTAN, y la conciencia anti-militarista y anti-imperialista militante que demostraba gran parte del pueblo trabajador español, no han de ser recuperados, sino desechados como parte de la "vieja política", como simples recuerdos sentimentales para "izquierdistas tristones", como le gusta espetar al señorito Iglesias? ¿Será que toda la agenda política de lo que queda de la izquierda se tenga que guiar ahora por el imperativo de unos iluminados, retransmitidos constantemente por las televisiones, que son propiedad de las mismas oligarquías que saquean impunemente a los pueblos y que, con su poder de manipulación de las masas, dictan lo que debemos creer, lo que podemos pensar, qué comprar o a quién debemos votar? (Quien aún crea que la finalidad de los grandes medios de comunicación es la veracidad de la información a través del libre ejercicio de un periodismo profesional e independiente, es que está ciego o falto de entendederas.) Será, en fin, que esta nueva cesión a los intereses militares de EEUU es un tema que "no toca", que "no interesa a la ciudadanía", según lo que decide en cada momento el nuevo gran intérprete de nuestros anhelos y necesidades.
Lo que sí toca para el ministro Margallo y sus correligionarios del PP, es que fuéramos a cantarles y bailarles unas sevillanas a los marines yanquis, para demostrarle una vez más nuestro agradecimiento al amigo americano, como en la película de Berlanga, y la alegría y resignación con que los españoles hacemos frente a la miseria, a ver si nos sale un currito malpagao y de paso nos invitan a una Coca-Cola.